Un grupo de expertos encontró energía encerrada en un laboratorio de Antártida. Dicho descubrimiento marcó un antes y un después en la historia de las tecnologías de hidrógeno.
La Antártida fue testigo de un descubrimiento energético sin precedentes. Un grupo de investigadores argentinos desarrolló un módulo experimental diseñado para generar hidrógeno verde y electricidad, el cual será instalado próximamente en la Base Esperanza, ubicada al norte de la Península Antártica. Este avance marcó un punto en la historia de la ciencia internacional, dadas las ventajas para el sector.
Los profesionales aseguraron que este sistema no solo producirá hidrógeno, sino que también abastecerá de energía a los laboratorios y evaluará la capacidad de la tecnología para proveer electricidad en condiciones extremas. Actualmente, la base depende de generadores que funcionan con combustible fósil para satisfacer sus necesidades de energía eléctrica y calefacción.
Durante el verano, cada base antártica utiliza aproximadamente 100.000 litros de gasoil. Si el módulo encontrado demuestra ser efectivo, podría contribuir significativamente a reducir este consumo, además de disminuir la cantidad de combustible transportado por buques y aeronaves.
Cabe destacar que este sistema consta de un aerogenerador y paneles solares que aprovechan las largas horas de sol del verano y los vientos persistentes a lo largo del año. De esta manera, es posible la generación de electricidad de una forma sostenible sin necesidad de acudir a los combustibles fósiles, los cuales son altamente contaminantes para el planeta.
En este caso, la energía producida será utilizada para alimentar un dispositivo de electrólisis de agua y producir hidrógeno verde. Cualquier excedente será destinado a proveer electricidad a un laboratorio científico cercano, lo que permitirá que las instalaciones operen con energía renovable.
Los expertos coinciden en que este proyecto marca un avance hacia la autosuficiencia energética en entornos remotos y representa un paso importante en la transición hacia tecnologías sostenibles. Estas últimas permiten satisfacer las necesidades sin comprometer a las futuras generaciones.
¿Cuál es la zona de mayor investigación científica del mundo?
Ubicada en el Polo Sur y rodeada por el Círculo Polar Antártico, excepto por la Península Antártica que se extiende hacia Sudamérica, Antártida fue destinada exclusivamente a actividades científicas y técnicas desde la firma del Tratado Antártico en 1959. Estas actividades requieren energía para generar electricidad, calefacción y transporte.
El Protocolo de Madrid de 1991 refuerza la protección ambiental de la Antártida y sus ecosistemas asociados, lo que obliga a priorizar fuentes de energía sostenibles. Dado el impacto ambiental de los combustibles fósiles y su contribución a las emisiones de gases de efecto invernadero, la búsqueda de alternativas más limpias es una necesidad urgente.
Si bien la energía solar y eólica son prometedoras a nivel global, lo cierto es que presentan desafíos debido a su intermitencia. Esto impulsó el desarrollo de soluciones para maximizar su aprovechamiento, incluyendo el uso de residuos.
En este marco, la División de Investigación y Desarrollo en Energías Renovables (DIDER) del Instituto de Investigaciones Científicas y Técnicas para la Defensa (CITEDEF) se enfoca en la implementación de tecnologías basadas en hidrógeno, abarcando tanto su producción como su aplicación. Este avance busca optimizar el suministro energético en una de las regiones más desafiantes del planeta.
¿Cómo funciona la energía hallada en la Antártida?
El dispositivo diseñado para generar hidrógeno verde utiliza tecnología alcalina. El Instituto de Investigaciones Científicas y Técnicas para la Defensa (Citedef), por su parte, desarrolló la mayor parte de sus componentes, alcanzando cerca del 95% de su construcción. Hasta ahora, el sistema demostró ser capaz de producir suficiente hidrógeno para alimentar una pila de combustible comercial de 500 W.
Su diseño modular permite conectar varias celdas en serie o en paralelo, lo que facilita incrementar la producción de hidrógeno según las necesidades. Este enfoque requiere experiencia progresiva en su implementación para garantizar un funcionamiento eficiente.
El proyecto se enmarca en el Laboratorio de Energías Renovables Autosustentable con producción de Hidrógeno Verde, el cual reúne a un equipo interdisciplinario de ingenieros, licenciados y técnicos pertenecientes a la Dirección General de Investigación y Desarrollo del Ejército Argentino, al Citedef, al Comando Conjunto Antártico (CoCoAntar) y a la empresa privada Dynterra, que aportó al sistema mediante la donación de un aerogenerador de eje vertical.
Especialistas de cada institución involucrada viajarán para llevar a cabo la instalación y puesta en marcha de los componentes del sistema. Además, un equipo de tres integrantes seleccionados para la Campaña Antártica ya recibió una capacitación teóricopráctica en temas relacionados con la obtención de hidrógeno por electrólisis, su manejo y los aspectos de seguridad necesarios para operar en condiciones extremas.
En medio de los desafíos derivados del deshielo en la Antártida, este proyecto busca establecer un precedente importante al introducir una fuente innovadora de energía en el continente, combinando sostenibilidad con tecnología avanzada.