El territorio español es uno de los países con mayor presencia en el sector de las energías renovables. De hecho, se destaca por el uso de la energía eólica, la cual funciona a partir del viento.
Los campos de Castilla-La Mancha, los cuales se ubican en el centro de España, eran famosos en tiempos pasados por los molinos de viento. Hoy en día son un referente del sitio, con las instalaciones eólicas propias de las energías renovables.
En detalle, la región se destaca por la versión contemporánea de los molinos de viento, hoy conocidos como energía eólica. Se trata de una adaptación que se registra en el sistema eléctrico, dadas las nuevas exigencias.
En la provincia de Toledo, el parque eólico Sierra del Romeral se destaca por contar con un total de 28 turbinas. Gestionadas por la empresa española Iberdrola, estas son parte de una creciente tendencia que impulsó la producción de energías renovables en el territorio español en los últimos cinco años, posicionando al país como líder en esta industria.
En detalle, la generación eléctrica de este tipo se duplicó en ese país desde 2008, mientras que la energía solar se multiplicó por ocho durante el mismo periodo. Esto demuestra el fuerte interés que tienen los líderes por potenciar las energías renovables.
Este escenario posiciona a España en el Estado miembro de la Unión Europea (UE) con la segunda mayor infraestructura de energías renovables, después de Suecia. Su compromiso por aprovechar los recursos naturales, de una forma respetuosa y clara, marca la diferencia a nivel global.
¿En qué situación se encuentra España respecto a las energías renovables?
A comienzos de este año, el presidente Pedro Sánchez destacó el papel de España como líder en la transición energética global. Este auge comenzó tras el inicio de su primer mandato en 2018, cuando se eliminaron barreras regulatorias y se introdujeron subsidios para fomentar las energías renovables.
La pandemia del Covid-19 aceleró aún más esta tendencia. Según José Donoso, director ejecutivo de la Unión Española Fotovoltaica (UNEF), el impacto de esta enfermedad fue beneficioso para el sector, ya que muchas personas decidieron invertir su dinero en energía solar en lugar de dejarlo en el banco.
Además, el Gobierno estableció nuevos objetivos, como cubrir el 81% de la demanda eléctrica del país con energías renovables para 2030. Así quedó demostrado el compromiso por la transición hacia un modelo acorde a las nuevas demandas.
Sin embargo, en el sector se observa la contracara de la realidad. Detrás de esta historia de éxito, la industria eléctrica enfrenta preocupaciones debido al desajuste entre la oferta y la demanda.
A pesar de que la economía española se recuperó con fuerza desde la pandemia y crece más rápido que otras grandes economías del bloque, el consumo de electricidad disminuyó en los últimos años. A veces, se genera un excedente que no resulta útil en términos de rentabilidad.
El año pasado, la demanda fue incluso inferior a la de 2020 durante el coronavirus, y la más baja desde 2003. Esto se debió a diversos motivos que, en muchas ocasiones, no se puede controlar.
Miguel de la Torre Rodríguez, jefe de desarrollo de sistemas de Red Eléctrica (REE), la empresa que opera la red nacional de España, indicó que hasta 2005 la demanda crecía más que el Producto Bruto Interno (PBI). Sin embargo, recientemente la demanda aumentó menos que el indicador, evidenciando una desvinculación entre la intensidad energética y la economía.
Diversas razones explican la reciente caída en la demanda, entre ellas la crisis energética provocada por la invasión rusa de Ucrania en 2022, que llevó a empresas y hogares europeos a reducir su consumo debido a los altos precios.
Además, la mejora en la eficiencia energética y el mayor aporte de energías renovables también contribuyeron a la disminución de la demanda de electricidad de la red nacional.
Rodríguez mencionó que durante las horas del día, cuando la producción de energía solar es particularmente alta, el equilibrio entre oferta y demanda puede desequilibrarse, afectando los precios.
Debido a la necesidad de mantener un equilibrio en el sistema eléctrico, donde la demanda debe igualar a la generación, se produjo un exceso de generación durante esas horas, lo que llevó a la caída de los precios, llegando incluso a ser cero o negativos en ciertos momentos.
Si bien los precios muy bajos benefician a los consumidores, representan un posible problema para atraer inversiones a la industria. En esta línea, Sara Pizzinato -experta en energías renovables de Greenpeace España- advirtió que esto podría dificultar que los inversores aumenten su apuesta por la nueva electricidad basada en energías renovables.
Pizzinato indicó que este tipo de situaciones podría ser un obstáculo para la transición energética, particularmente por querer dejar atrás a los combustibles fósiles.