Murieron los combustibles fósiles: ya se invierten más en energía renovable que en petróleo y gas

El mundo lleva adelante una transición energética hacia un modelo sostenible y respetuoso con el medio ambiente. Cada vez son más los países que invierten en infraestructuras acordes a este tipo de producción, con el objetivo de dejar atrás los combustibles fósiles.

La transición energética está avanzando cada vez más rápido a nivel global, por lo que el sector está experimentando una transformación clave para el futuro. Lo cierto es que los líderes mundiales acuden a las energías renovables, dejando atrás los combustibles fósiles. Esto se debe a los beneficios económicos, sociales y ambientales.

Según el informe anual de Rystad Energy, Global Energy Scenarios 2024, se concluye que limitar el calentamiento global a 1,6 grados centígrados por encima de los niveles preindustriales es un desafío enorme, pero aún factible. Dicho escenario es posible a partir del uso de las fuentes renovables, tales como el sol, viento y agua.

En las próximas décadas, el sistema energético global experimentará un cambio fundamental. Los costos de la energía solar, eólica y las baterías continúan descendiendo a un ritmo acelerado, mientras que la capacidad instalada avanza a un nivel récord. En 2023, las instalaciones solares aumentaron un 60%, alcanzando los 360 gigavatios hora (GWac). 

Se espera que los vehículos eléctricos representen el 23% de las ventas de coches nuevos en 2024, frente al 3% registrado hace solo cuatro años. Además, por primera vez en 2023, las inversiones en energías renovables superarán las inversiones en petróleo y gas.

Este proceso de transformación energética requiere tres pasos clave. Primero, es necesario limpiar y expandir el sector eléctrico, impulsado por la rápida adopción de tecnologías solares, eólicas y de almacenamiento en baterías. Segundo, se debe electrificar la mayor cantidad posible de sectores. Por último, será necesario abordar las emisiones residuales de sectores difíciles de descarbonizar, como la industria pesada, la aviación, el acero y el cemento.

El proceso de transformación ya no es un objetivo lejano, ya que lleva años en marcha y que ahora está acelerándose. Con la energía solar, las baterías y los vehículos eléctricos superando puntos de inflexión importantes, el sistema mundial alcanzará una fase de velocidad constante, centrada en mantener el impulso hacia un futuro energético más limpio y sostenible.

Para limitar el calentamiento global a 1,6 grados, la transición debe acelerarse significativamente. Rystad Energy determinó tres escenarios posibles de calentamiento global: 1,6, 1,9 o 2,2 grados centígrados. Si el calentamiento alcanzara los 2,2 grados, el ritmo actual de implementación de tecnologías limpias tendría que reducirse de forma drástica. 

En el escenario de 1,9 grados, que es el más cercano al análisis actual, los avances recientes deberían seguir su trayectoria. Sin embargo, para alcanzar el objetivo de 1,6 grados, los avances tecnológicos necesitarían seguir una curva de crecimiento más pronunciada.

¿En qué situación se encuentran las energías renovables en el mundo?

El informe de Rystad Energy registró los niveles de adopción de tecnologías limpias, evaluando la rapidez con la que se están desplegando las energías renovables y comparando su expansión con otras innovaciones disruptivas. Los datos indican que -en varios países- la incorporación de la energía solar, eólica y de vehículos eléctricos está avanzando a una velocidad significativamente mayor que esas tecnologías anteriores.

En la actualidad, las energías renovables generan más de un tercio de la electricidad mundial. Para alcanzar el objetivo del escenario de 1,6 grados, se proyecta que la solar y eólica deberán representar el 44% del suministro total en 2050, una proporción considerablemente mayor que la requerida en el escenario de 1,9 grados, donde la participación de estas fuentes debería llegar al 25%.

Sin embargo, el crecimiento en las cadenas de suministro es notable, lo que demuestra la posibilidad de cumplir con los objetivos del escenario de 1,6 grados. En términos de rentabilidad, estas tecnologías están empezando a superar a los combustibles fósiles, incluso sin subsidios. 

Un ejemplo de este crecimiento acelerado es la cadena de suministro de módulos solares, que alcanzará una capacidad anual de aproximadamente 1,65 teravatios en corriente continua a finales de 2024, un incremento del 63% en solo un año. Esta ventaja económica se ampliará a medida que aumente la capacidad y se reduzcan aún más los costos.

¿Qué significa la descarbonización?

Para cumplir los objetivos del Acuerdo de París es fundamental descarbonizar los sectores económicos y desplegar diversas tecnologías. Aunque el proceso pueda parecer desafiante, el informe en cuestión identificó tres pasos clave para lograr las cero emisiones netas: limpiar y expandir el sector energético, avanzar en la electrificación generalizada y reducir las emisiones residuales.

Las energías renovables desempeñan un rol crucial en el primer paso. Solo la generación eléctrica generará 15 gigatoneladas de dióxido de carbono en 2023, representando el 39% de las emisiones globales anuales. Esto destaca la necesidad de una expansión rápida en la capacidad operativa de la energía solar y eólica, así como el fortalecimiento de sus cadenas de suministro, junto con la retirada gradual de las plantas de carbón.

La segunda etapa implica electrificar la mayor parte posible, incluyendo sectores como el transporte, la industria y la construcción, los cuales todavía dependen fuertemente de combustibles fósiles. Lograr el máximo de electrificación económicamente viable en estos sectores podría contribuir al 43% de la reducción total de emisiones requerida para mantener el calentamiento en el límite de 1,6 grados.

La tercera tarea consiste en abordar las emisiones residuales, aquellas que persisten a pesar de la electrificación. Esto implica desarrollar y aplicar tecnologías innovadoras como la captura, uso y almacenamiento de carbono, la captura directa de carbono del aire, los combustibles alternativos a base de hidrógeno y los biocombustibles.

Sin embargo, dado que muchas de estas tecnologías aún están en fases tempranas de desarrollo, será necesario lograr avances técnicos, económicos y normativos para reducir el riesgo de inversión en estos proyectos.

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