El guiño del mayor referente de energías renovables a Donald Trump: podría cambiar la historia para siempre

El gobierno de Donald Trump recibió el apoyo de la Asociación Estadounidense de Energía Limpia para promover un sistema eléctrico sostenible, como alternativa a los combustibles fósiles. El foco está en crecer la economía local y cuidar el medio ambiente.

La Asociación Estadounidense de Energía Limpia (ACP), que representa a más de 800 empresas del sector de las energías renovables, ha manifestado su disposición a colaborar con la nueva administración de Donald Trump tras su victoria electoral. Este organismo destaca la importancia de la energía limpia para garantizar un suministro eléctrico fiable, estimular el crecimiento económico y fortalecer la seguridad nacional.

El sector de las energías renovables en Estados Unidos subraya que la producción de energía limpia a nivel nacional resulta fundamental para satisfacer la creciente demanda de electricidad. Además, recalca que la inversión privada en este ámbito está impulsando la creación de empleos y oportunidades económicas, especialmente en pequeñas localidades y comunidades rurales del país.

Desde la perspectiva de la ACP, maximizar el uso de los recursos energéticos nacionales es clave para garantizar la seguridad y el dinamismo de la economía estadounidense. La industria, que ha mantenido un crecimiento sostenido, busca trabajar con la nueva administración y el Congreso para consolidar el progreso logrado y continuar desarrollando un modelo energético sostenible y competitivo.

¿Qué energía usan en Estados Unidos?

En Estados Unidos, alrededor del 84% de la energía proviene de combustibles fósiles, utilizada principalmente en transporte, industria y actividades domésticas. El resto de procede mayoritariamente de fuentes hidroeléctricas y nucleares. A pesar de representar menos del 5% de la población mundial, los estadounidenses consumen el 26% de la energía global, un porcentaje significativo considerando que producen solo el 6% del petróleo mundial y cuentan con un 3% de las reservas conocidas.

Además, el país consume cerca del 25% del petróleo global, siendo dos tercios destinados al sector transporte, especialmente como gasolina, diésel y combustible para aviones. Esto impacta de forma directa en el medio ambiente, el cual padece las consecuencias del dióxido de carbono y metano, por ejemplo.

En 2008, aproximadamente el 18% de la producción de cereales en el territorio estadounidense se destinó a la fabricación de etanol, con un 25% de la cosecha de maíz del año anterior orientada al mismo propósito. Este porcentaje se proyecta en aumento, respaldado por iniciativas como la Ley de Seguridad de Biocombustibles, que se introdujo en 2006. 

Si bien se propusieron alternativas como una economía basada en hidrógeno, la producción de este combustible aún implica altos costos energéticos y una eficiencia limitada, lo que lo convierte en una opción menos viable para reducir los gases de efecto invernadero en comparación con otras energías renovables, como la solar y la eólica.

Entre las estrategias para disminuir la dependencia de combustibles fósiles, se contempla una mayor adopción de vehículos eléctricos y el uso combinado de biocarburantes y energía solar. Asimismo, medidas como el rediseño urbano, el fomento del transporte público, el teletrabajo y el desarrollo de comunidades más compactas podrían reducir significativamente el consumo de energía y los impactos ambientales. 

Opciones como el uso compartido de vehículos, autos más eficientes y recorridos más cortos también contribuirían a un menor consumo de combustibles, al tiempo que promueven estilos de vida más saludables. Los resultados son positivos, no solo para el medio ambiente sino también para el bienestar de la población.

¿Qué problemas ambientales ocasionan los combustibles fósiles?

El cambio climático y la contaminación del aire derivados del uso de combustibles fósiles están estrechamente relacionados. Su combustión no solo afecta a la salud de manera directa al liberar contaminantes dañinos, sino también de forma indirecta al generar gases de efecto invernadero. 

Dichos impactos no se limitan en términos ambientales, ya que los costos asociados suelen recaer sobre los contribuyentes, tanto en gastos médicos como en medidas para mitigar los efectos del calentamiento global. Reducir su consumo puede generar mejoras significativas en la salud pública, ya que en general no cuenta con los recursos suficientes para afrontar situaciones adversas.

Al quemar combustibles fósiles, se liberan dióxido de carbono y otros gases que retienen calor en la atmósfera, convirtiéndolos en principales contribuyentes a las alteraciones climáticas. Este proceso intensifica los problemas medioambientales y acelera el aumento de las temperaturas globales.

El carbón, responsable del 44 % de las emisiones de dióxido de carbono a nivel mundial, es la mayor fuente de incremento de temperaturas por encima de los niveles preindustriales. Aunque en países como Estados Unidos su uso disminuyó debido a su impacto ambiental y a la competencia de fuentes más económicas como el gas natural, en otras regiones, como India, se prevé un aumento en la demanda de este recurso hasta 2025, lo que plantea retos significativos en la lucha contra el cambio climático.

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