El último informe del BBVA Research indica que las energías renovables ayudan a reducir los precios de la electricidad. España es un claro ejemplo donde los costos mayoristas bajaron casi un 20% entre 2021 y 2024.
El análisis realizado por BBVA Research muestra cómo el aumento en el uso de energías renovables tuvo un impacto directo en la reducción del precio mayorista de la electricidad en España. A partir de 2022, el mercado eléctrico español comenzó a registrar precios más bajos que la media europea, una tendencia vinculada al avance de fuentes limpias como la solar fotovoltaica y la eólica terrestre, que actualmente representan el 65% de lo negociado en el mercado diario de electricidad del país.
Entre 2021 y 2024, este crecimiento en la participación de energías renovables —que pasó del 45% al 65%— provocó una caída acumulada cercana al 20% en los precios mayoristas: un 12,5% entre 2021 y 2023, y otro 7,5% en 2024. Esta relación entre mayor presencia de renovables y disminución de precios no es lineal, pero sí negativa, debido a que estas tecnologías tienen costos marginales muy bajos.
El mecanismo detrás de esta reducción se conoce como “efecto de orden de mérito”, por el cual, al aumentar la oferta con fuentes de bajo costo, el precio marginal baja. Esto sucede especialmente en momentos de alta generación, como los días con mucho sol o viento, ya que la producción renovable tiende a incrementarse y desplaza a otras tecnologías más caras del mercado.
Sin embargo, esta caída en los precios también puede afectar la rentabilidad de las tecnologías limpias, al reducir los ingresos que obtienen por la electricidad que generan.
¿Qué efecto tiene el descenso de los precios de la electricidad?
La caída en los precios mayoristas de la electricidad es sumamente positiva para los consumidores que buscan pagar un servicio más barato. Pero esta realidad puede generar tensiones en la rentabilidad de las tecnologías renovables.
En el caso de la energía solar se observa un desafío conocido como el efecto de canibalización. Si bajan los ingresos por unidad de energía producida es posible que haya una limitación en el atractivo económico. Esto significa menos inversiones en el sector.
A pesar de esta presión, no se ha detectado una disminución clara en las inversiones, ya que los ingresos globales aún se mantienen en niveles altos.
Diversos estudios evaluaron este fenómeno y coinciden en que, a medida que crece la participación de las renovables, garantizar su viabilidad económica se vuelve más complejo. Para contrarrestar estos efectos, se proponen medidas como ampliar la capacidad de interconexión eléctrica, fomentar el almacenamiento energético y desarrollar marcos regulatorios que respalden este tipo de generación.
El crecimiento sostenido de las energías limpias también exige reformas normativas e inversiones estratégicas. Entre las prioridades se encuentran agilizar los trámites de permisos, garantizar certeza jurídica, facilitar el acceso a la red eléctrica y modernizar las instalaciones existentes.
Asimismo, se subraya la necesidad de implementar políticas que reduzcan el riesgo financiero, impulsen la producción de tecnologías limpias y fortalezcan los mecanismos de inversión.
Mejorar la integración entre mercados y promover el comercio de electricidad a escala europea permitiría a España consolidar su posición en la transición energética, combinando competitividad con sostenibilidad.
Con la proporción actual de renovables en el sistema eléctrico, alcanzar las metas del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima 2023-2030 implica aumentar en 15 puntos su presencia en el Mercado Diario. Aunque se considera alcanzable, lograrlo en un plazo de cinco años representa un reto considerable.
Aspectos clave como el desarrollo del almacenamiento, las conexiones transfronterizas y la inversión pública y privada jugarán un papel esencial. De cumplirse estos objetivos, se estima que los precios de la electricidad podrían disminuir hasta un 20% adicional.
¿Qué tipo de energía renovable se usa en España?
España tiene un rol importante en la generación de energía renovable. El país cuenta con una variedad significativa de fuentes naturales que favorecen su producción. También registra buenas condiciones climáticas y geográficas.
La energía solar y eólica son las principales protagonistas de la transformación energética hacia un modelo sostenible. Ambas promueven un tipo de consumo más respetuoso con el medio ambiente.
La energía solar adquirió importancia en los últimos años. España tiene varias horas de sol al día, lo que impactó de forma directa en el desarrollo de esta tecnología. La capacidad instalada de energía solar fotovoltaica es suficiente para cubrir el consumo de más de seis millones de casas.
Las políticas públicas y la evolución tecnológica acompañaron a esta realidad. Solo de esta manera fue posible mejorar la eficiencia de los sistemas fotovoltaicos que ofrecen un servicio de calidad.
La energía eólica por su parte también tiene un lugar destacado en el país. La presencia de vientos fuertes y constantes en varias zonas significan condiciones naturales que son propicias para su desarrollo. Ahora representan alrededor del 22% de la electricidad generada a nivel general.
Su producción se concentra en parques especiales de gran escala aunque también existen instalaciones más pequeñas. Hubo varias iniciativas por parte del gobierno que impulsaron su desarrollo.
La energía hidroeléctrica aporta una suma considerable al sistema energético con más de 17 GW de capacidad instalada. En este caso se destacan las regiones del norte por sus características montañosas y la presencia de embalses.
La biomasa y la energía geotérmica, aunque aún en menor medida, están ganando terreno como fuentes complementarias. La biomasa se utiliza principalmente para generar calor y electricidad mediante la combustión de residuos orgánicos, mientras que la geotermia se basa en aprovechar el calor del subsuelo, tanto para producir electricidad como para sistemas de calefacción.
El impulso a las energías renovables en España estuvo respaldado por medidas legislativas como la Ley 24/2013, que proporciona un marco regulador específico y establece metas ambiciosas para ampliar su participación en el sistema energético.
Ahora la mayor parte de la potencia instalada de fuentes renovables se concentra en comunidades como Castilla y León, Castilla-La Mancha, Andalucía y Extremadura, que en conjunto reúnen casi el 60% de la capacidad total instalada. Este despliegue reafirma el compromiso del país con la transición energética y el aprovechamiento sostenible de sus recursos naturales.